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HEROES EN VENEZUELA

Los desafíos actuales de los líderes venezolanos son complejos. Tal complejidad demanda una capacidad de respuesta igualmente compleja, que no posee ninguna persona por sí sola, o grupo de personas por sí solo. Para manejar la complejidad de los retos venezolanos se requieren supuestos, métodos y herramientas diferentes a los conocidos. Revisemos algunos de esos retos. Por ejemplo: ¿Cómo profundizar la democracia participativa sin que eso signifique necesariamente desorden, conflicto, violencia y pérdida de tiempo? ¿Cómo enfrentar la pobreza sin que eso se convierta en la bandera de algún grupo en particular, sin reducir las estrategias a la oferta de “dar” sin producir, integrando las experiencias e inteligencias nacionales que están en todos los grupos políticos, económicos y sociales? ¿Cómo construir gobernabilidad, consenso y acuerdos duraderos preservando la diversidad de opciones y puntos de vista políticos en la que se encuentran todas las oportunidades? ¿Cómo valorar de forma diferente las estrategias y acciones que nunca antes se han intentado, cuando en lo desconocido están las respuestas que buscamos? ¿Cómo crear nuevas empresas sólidas y duraderas para incrementar su número por cada 10.000 habitantes y generar todo el empleo que necesitamos? ¿Cómo crear instituciones que funcionen de forma general y universal más allá del gobierno de turno? La complejidad de estos retos está muy por encima de las respuestas conocidas e intentadas hasta ahora. Asumir y resolver estos retos requiere conversación, intercambio y conexión por parte de muchas y diversas organizaciones, porque ninguna tiene la autoridad, el conocimiento, los recursos y la precisión para decir cómo es que se resuelven y cuál es la salida. Y ello toma tiempo. Si ningún líder por si sólo –no importa que tan experimentado y eficaz sea- puede afrontar con éxito la complejidad de los retos venezolanos, obviamente la tarea y responsabilidad del liderazgo escapa al líder individual como concepto y como práctica conocida hasta ahora, dado que la complejidad demanda una capacidad más inclusiva y colectiva. Esta capacidad sólo es posible alcanzarla con un liderazgo colectivo, incluyente, que construya conectividad entre miles de inteligencias en el país. Como el liderazgo colectivo es cualitativamente superior al liderazgo individual para encarar los retos de la complejidad, las posibilidades que abre esta perspectiva son muy promisorias y enfoca la responsabilidad medular del liderazgo de cara al futuro: identificar el camino en medio de la incertidumbre y la confusión de la complejidad.

Los líderes “moldean la cultura y las competencias de las instituciones, las cuales a su vez moldean y alteran la historia y la cultura de un país”. Sin embargo, según Gustavo Cisneros, para lograr dicha influencia en el mundo tan global como el de hoy, la gente necesita desarrollar nuevas competencias; y en el caso de Venezuela, es de sumo interés explorar ideas que faciliten tal objetivo.


El surgimiento de un modelo propio y deseable:

En los últimos 70 años han surgido diversos modelos, teorías o enfoques de liderazgo basados en atributos, comportamientos, y contingencias; así como también los más recientes postulados del liderazgo, tales como: carismático, transformacional, transaccional, de servicio, Coaching, Ubuntu, entre otros. Dichos modelos sin duda presentan múltiples ventajas, valiosas contribuciones e interesantes concepciones; sin embargo, es importante considerar que quizás evoquen ideas, postulados o patrones de otras latitudes, y que muchas veces difieren en su concepción de nuestro contexto cultural. Esta realidad puede en ocasiones infringir algunos códigos culturales y restringir así su contribución al surgimiento de un modelo autóctono y representativo de liderazgo “a la venezolana”. Venezuela puede desarrollar aun más un sentido de orgullo nacional, de originalidad, y progresista para asumir el reto de definir su propio esquema de liderazgo que le permita emerger como nación con todo su potencial escondido y latente. Cualquier entidad, ya sea individual, de equipo, organizacional, o como nación, puede seguir el consejo de “escudriñarlo todo, y retener lo bueno”; logrando así sobreponerse a la tendencia de querer vivificar e imitar modelos del pasado, foráneos, y/o complejos de liderazgo. Más bien, la idea es que los líderes venezolanos puedan desarrollar un sentido de inteligencia contextual que facilite la formulación de un esquema que permita entender lo global y ser relevantes en su accionar local.

 

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